viernes, 14 de febrero de 2014

Arrancar la nueva solución

A veces hay que tomar una determinación:
Hacer explícito entre los involucrados en el proyecto
el interés institucional de entrar en producción
La conversación de las últimas semanas  ha girado en todo a la entrada la producción. Esa fase de transición a través de la que transformamos una aplicación desarrollada en una aplicación en uso. Hemos visto que se dice rápido pero que tiene sus complicaciones específicas, muy diferente a las de las dificultades de las otras fases del ciclo de vida de una solución: la definición, el diseño, el desarrollo. Hay un aspecto interesante que queremos conversar hoy: la decisión de arrancar, de decir ya, comenzamos a operar con el nuevo sistema. ¿En qué momento y bajo qué condiciones debemos tomarla?

El razonamiento simple y lo que muchos, en forma inexperta se imaginan, es que la entrada en producción es un punto, un instante, una decisión bien concreta producto de una situación bien definida: todo está absolutamente terminado. En realidad, salvo casos muy sencillos, el problema no es así de simple.  Es muy típico que si estamos en un proyecto para el cual definimos una Arquitectura de Información es porque estamos trabajando una solución de alguna complejidad, que tiene unos cuantos casos de uso (ver Conceptualización de la solución y casos de uso) y por tanto es una solución para la que las puras pruebas constituyen un proceso que requiere de múltiples tareas.

Puede notarse que si hay varios tipos de usuarios involucrados, que normalmente los hay, que si hay varios procesos y varios estados posibles para la información (Ver Estados de la información), que es natural que los haya, la cantidad de situaciones posibles que deben ser probadas (verificadas y validadas) pueden fácilmente ser más de un centenar y a veces varios (Ver Verificar y validar). Afortunadamente si se han hecho bien las cosas, siguiendo las recomendaciones que hemos dado para el desarrollo de la aplicación y para la fase de transición (Ver Recomendaciones para la implementación de una solución),  seguramente estamos realmente cerrando con todas o la mayoría de las precondiciones en estado de conformidad a lo definido y esperado.

Pero es muy usual que cuando todo está a punto, o casi a punto, se aprecien nuevos detalles, de distinta naturaleza. Desde criterios  estéticos hasta puntos ligados a la usabilidad donde alguna indefinición existía, zonas grises para las cuales todo no estaba completamente especificado o donde, a pesar de los esfuerzos de descripción sencilla y objetiva, quedó un espacio para la opinión y la subjetividad. La inminencia y la tensión de las implicaciones de la entrada en producción agudiza los sentidos, el hecho de que ganamos experiencia con los casos probados y eso nos permite imaginarnos eventuales situaciones de borde que podrían traer algunas complicaciones o, simplemente, que  algunas de las personas pueden, casi literalmente, ver más en la condición de estrés de la transición. ¿Qué hacer entonces?

Hay que tomar una decisión en algún  momento, pero hay una determinación previa que a veces hace falta ratificar entre los involucrados: debemos hacer explícito el interés en finalizar, lo bueno que es entrar en producción. Parecerá  una tontería, o una obviedad, pero la verdad es que muchas veces se cae en situaciones de  difícil cierre, de no convergencia, porque cada proceso de validación trae más puntos a la mesa, porque se agregan nuevas condiciones, o se exagera el peso de algunas no conformidades, particularmente si hay zonas grises.

Es trabajo de los líderes en estas situaciones es analizar si se está convergiendo a un punto de cierre de proyecto o si, por el contrario, el proyecto está entrando peligrosamente en un estado de no cierre crónico. Se deben pesar las no disconformidades contra las ventajas institucionales de iniciar las operaciones. Lo que sigue a la transición no es el fin del ciclo de vida, sino la entrada en producción, una nueva fase que también tiene sus dinámicas. Si hay dificultades que se detectan en los intentos de cierre, es importante tomar una determinación: revisar si algunos de los puntos pendientes pueden ser corregidos en producción. Si es así, no hay que dudarlo, hay que decir: ¡seguimos hacia delante!

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