viernes, 2 de noviembre de 2012

El lenguaje de las imágenes



Los iconos de una aplicación conforman un lenguaje.
En algun momento del desarrollo hay que colococarlos
juntos para estudiar sus propiedades, afinidades y
desafinidades, tamaño, estética, proporciones,
características técnicas, simbólicas y semióticas
La humanidad ha venido cambiando en muchos de sus procesos cotidianos por efecto del uso que hacemos de las tecnologías de la información, así como por las características gráficas presentes en los aparatos que usamos en nuestra cotidianidad. Estas tecnologías, estos aparatos y la globalización que impone pensar en mercados mundiales, y por tanto, minimizar los problemas de comunicación ante la diversidad de idiomas naturales, han llevado a una comunicación entre los sistemas de información y el ser humano mucho más basada en imágenes. No cabe duda que la importancia de lo visual ha subido en el diseño de los sistemas y esto trae implicaciones de múltiples tipos, cuando vamos al punto concreto del desarrollo de sistemas con una Arquitectura de Información bien definida.

Debemos saber que la mayoría de los usuarios modernos espera salidas con imágenes, con iconos. Hay un lenguaje de iconos que tiene una carga semántica. Los sistemas modernos usan íconos para identificar contenidos, servicios, acciones, aplicaciones. Eso de alguna manera establece las características de la cancha donde corren los diseñadores de la imagen y estética y de la experiencia del usuario. Hace que nos tengamos que preguntar, ante cada sistema, ante cada solución de procesamiento de información, cuáles son los íconos con los cuales vamos a identificar los tipos de contenidos, los servicios, las acciones.

Es claro que un sistema podría realizar su trabajo funcional sin estos íconos, pero lo que también es claro es que la probabilidad de que la interacción con el usuario no sea la adecuada se hace demasiado alta si la importancia de estas imágenes se ignora. El lenguaje de los iconos se convierte, así pues, en coadyuvante de la funcionalidad, de la navegación, y condiciones de borde para la definición de la estética de una solución informacional moderna.

Si nos fijamos, cualquier aplicación, por pequeña que sea, termina definiendo un lenguaje de imágenes que incluye varias decenas de iconos. No es para nada extraño que la cantidad pase del centenar en sistemas con mayor complejidad.

¿Qué implicaciones tienen estos hechos para el diseñador de la Imagen y estética de una solución y para la institución que la requiere?

Muchas. Entre otras se tiene el hecho de que al igual que una nota musical no se puede colocar de cualquier manera al lado de otra porque el conjunto puede sonar bien o mal, ser o no apropiado, y transportar o no el mensaje de emociones deseado, un ícono no se puede colocar de cualquier manera al lado de otro porque puede que no combinen, que el conjunto se vea mal. Por supuesto vamos desde los casos simples y de obviedad a los casos complejos, menos evidentes. Lo cierto es que en algún momento hay que colocar todos los íconos juntos, observarlos como conjunto articulado y detenerse para explorar su compatibilidad en tamaño, estética, proporciones, características técnicas, simbólicas y semióticas.

Hay un lenguaje de afinidades y desafinidades en las imágenes que se usan en una solución. Este lenguaje no lo es todo, pero es una parte importante. Hay que estar claros en que cuando tengamos los iconos que requiere una solución no tendremos diseñada la estética de una solución informacional, ni  la comunicación, ni la experiencia del usuario, ni la navegación. Pero tendremos lista una parte necesaria que en la actualidad no se puede eludir.

Esto significa que, así como un Arquitecto de construcciones civiles muchas veces requiere de un dibujante técnico, un Arquitecto de información y un gerente de servicios de información siempre tienen que tener cerca, muy cerca, a un diseñador gráfico y/o un comunicador social con la formación adecuada para entender estos temas.

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