Uno de los hechos que todos los Arquitectos de Información y diseñadores de soluciones informáticas debemos tomar en cuenta son los cambios que se han operado en la humanidad, como conjunto, luego de más de dos décadas de la Internet pública y de uso intensivo de la World Wide Web. En la práctica, este cambio se refleja en modos de interactuar diferentes a los anteriores y que se usan en todo el mundo, en todas las audiencias, en todas las aplicaciones. El porcentaje de nativos digitales, es decir, de personas que desde jóvenes se han habituado al uso de dispositivos digitales, redes e interfases gráficas es ahora significativo en todos los casos, y mayoritario en muchos de ellos. Es cada vez más difícil encontrar adultos contemporáneos que no hayan usado la Web por muchas horas, con gran facilidad o con algunas dificultades. Por ello actualmente se hace crecientemente válido suponer que nuestros usuarios están habituados a la exploración y la navegación digital con las interfases características de la Web. Esta suposición tiene consecuencias interesantes.
Los seres humanos nativos digitales son muy diferentes de los inmigrantes digitales, aquellos que nacieron y crecieron con poco contacto con los dispositivos del mundo digital y los han ido aceptando en el camino porque son parte de la era moderna que nos tocó vivir.
Éste es un hecho es relevante porque es tan marcada la diferencia que la manera de reaccionar ante los estímulos, de captar el mundo exterior, de razonar, de articular, de actuar frente a cualquier cosa, y claramente ante un dispositivo digital, es tan distinta ahora que los diseñadores de soluciones en un mundo en transición tienen que darse cuenta como han variado y siguen variando sus audiencias. Éstas esperan y incluso exigen estrategias de interacción totalmente diferentes, más basadas en imágenes y con más posibilidades de navegación personalizada y de alternativas para adaptarse a las características particulares del público nativo digital.
Es interesante que el célebre paper de Marc Prensky, “Nativos digitales, Inmigrantes Digitales” (Digital Natives, Digital Immigrants, MCB University Press, 2001) ya tiene más de diez años. En ese momento el autor advertía como había que despertar y darse cuenta que los nativos digitales eran seres diferentes: “Nuestros estudiantes han cambiado radicalmente. Los estudiantes de hoy no son ya el tipo de personas para las cuales nuestro sistema educativo fue diseñado”. Bueno, lo que ocurre es que ha pasado más de una década desde entonces y los que eran estudiantes en el 2001 ya hace rato que salieron del sistema educativo y están en todos los muy diferentes puestos de trabajo que pueblan la escala ocupacional de la sociedad.
Esta gente con el “cerebro diferente” están integrando nuestras audiencias de hoy, son parte significativa de nuestros usuarios. Por eso es conveniente que repasemos algunas de sus características distintivas y entendamos a partir de allí la necesidad de diseñar en forma diferente la experiencia del usuario. Incluso cuando la funcionalidad sea la misma, debemos desarrollar arquitecturas de información diferentes, con esquemas de navegación, de imagen y de estética distintas y, probablemente, con algunos elementos estructurales también diferentes, simplemente porque nos dirigimos a personas que usan en su cotidianeidad códigos distintos para comunicarse, para pensar y para interactuar.
Es una realidad que la gente de hoy actúa más rápido, menos paso por paso, con más tanteo, con más pensamiento gráfico y paralelo, y más caminos basados en la intuición. Es una realidad que los clásicos manuales, escritos al estilo de antes, han dejado de producirse y ya nadie los mira y es importante darse cuenta de que no lo hacen porque, sinceramente, actualmente no se necesitan.
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