jueves, 1 de septiembre de 2011

La ciencia y la generación digital

A las nuevas generaciones de académicos les corresponde hacer un
cambio que tendrá tracendencia: llevar de un modo más integral la cultura
digital a las prácticas científicas de manejo de información
Los actuales estudiantes universitarios son todos nativos digitales. Sólo por excepción no lo son. Hay diferencias, claro está, derivadas de las oportunidades que han tenido o que se han labrado gracias a los contextos culturales y las redes humanas en las que se han formado, pero a fin de cuentas es evidente su comportamiento social de nativos digitales. Los Profesores titulares de las Universidades y una cantidad importante de los bibliotecarios que administran sus bibliotecas todavía son, en promedio, inmigrantes digitales, formados con la cultura del papel y reciclados a la producción industrial de información y conocimiento del mundo en que vivimos. Un mundo en el que por cierto, las redes digitales no sólo habilitan la difusión de los contenidos sino que empoderan y crean nuevas formas de participación y de interacción, un fenómeno que se expresa en lo que hoy llamamos Web 2.0 para distinguirla de la primera Web, la Web hoy 1.0, mucho más unidireccional en la manera de crecer sus contenidos. ¿Qué pasa con los repositorios académicos en este contexto?
Ese es el tema de hoy.

La Ciencia aún tiene que cambiar sus prácticas
Recientemente hemos hecho un par de post, uno para prestar atención a un hito histórico: los 20 años de arXiv.org y otro para señalar como arXiv.org tenía en su concepto una semilla Web 2.0, si bien algunos de sus genes estaban limitados culturalmente, como expresamos al final del segundo post. Queremos esta vez insistir con algunas reflexiones adicionales inspiradas en la última parte del artículo de Paul Ginsparg, arXiv at 20, que comentamos parcialmente en estos últimos post. En resumen: La Ciencia ha creado las herramientas, pero las nuevas generaciones de académicos aún tienen que cambiar las prácticas de la institucionalidad científica, ya que ésta aún está signada por la cultura del papel.

La generación digital no ha llegado a la Ciencia
Como Ginsparg comenta, a pesar de que la vida actual hay numerosos servicios en línea, motores de búsqueda globales y que los estudiantes actuales están habituados a usar mecanismos de compartir fotos, videos y actualizaciones de estatus, todavía se usan (incluyendo a la generaciones de académicos jóvenes en la afirmación) las técnicas de reunir información científica de los científicos tradicionales. Los estudiantes todavía siguen árboles de citas, buscan por palabras claves, consultan con pares y mentores para eliminar las fuentes no confiables. Todo esto sucede aunque en otros aspectos de sus vidas estas personas se comporten diferentes, usando más ampliamente las nuevas posibilidades de descubrimiento, interacción y participación.

Los filtros en los repositorios científicos deben evolucionar
No cabe duda que en el presente las cantidades de contenidos que se producen son mucho mayores que nuestra capacidad de lectura y estudio y que por ello se hace claro que necesitamos ser selectivos. En otras palabras, disponer de buenos filtros conviene: Navegar cantidades crecientes de data inevitablemente lleva a problemas de sobrecarga de información. El problema señalado es que un filtro de información inadecuado puede ser peor que ningún filtro. Por ejemplo, sistemas de recomendación basados en medidas pasivas de popularidad pueden ampliar las opciones de lectura individual, pero al ampliar a cada quien en la misma dirección, restringen la diversidad en la comunidades donde están los individuos.

Menciona Ginsparg que en arXiv se han podido apreciar los efectos adversos de la ausencia de filtros adecuados en la ingestión de información por parte de las comunidades de investigación global, derivado de consumos de la misma información dado el hecho de que todos usan las mismas interfases sobre una base diaria. Muy concreto uno de sus ejemplos: El orden en el cual los nuevos preprint se suben y se presentan en las alertas diarias afecta las lecturas de éstos y, sorprendentemente, dejan una traza en las citas seis años más tarde. Es obvio que este resultado no armoniza con la pretensión de objetividad de la Ciencia.

Los filtros que enfatizan los materiales populares sobre períodos de tiempo largo exacerban este efecto. De allí que en los repositorios científicos se requieren filtros diferentes, personalizados a las preferencia e intereses individuales. Actualmente, comenta Ginsparg, se están haciendo experimentos con este tipo de sistemas y se espera que entren en producción en uno o dos años. Indudablemente alentador.

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