jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Por qué hoy se trabaja tanto en Arquitectura de Información?






Trabajar en Arquitectura de Información es hoy un imperativo.
Por diversas razones, las estrategias que usábamos en el
pasado resultan insuficientes.

¿Cuáles son los aspectos de la realidad que han estado cambiando y que requieren un trabajo intenso de Arquitectura de Información? ¿Qué es lo diferente en el reto de desarrollar un servicio de información que justifique un nuevo enfoque de integración de conocimientos de Ciencias y Tecnologías de la Información? ¿Hasta donde nos ayuda y hasta donde nos limitan nuestros conocimientos previos en una de estas dos fuentes de conocimientos? Esos son los temas de nuestro post semanal.

Como Luis Rosenfeld y Peter Morville presentan (ver El Libro del Oso Polar...), muchos de los sistemas de información modernos son productos muy diferentes de los sistemas informáticos que construíamos en el pasado. Estos, en el contexto de la institución que los albergaba, estaban restringidos en alcance, tamaño, contenido y audiencia. En las palabras de los autores: “Los viejos sistemas de información eran estrechos en su alcance, pequeños en tamaño, más homogéneos en su contenido y formato y tenían audiencias focalizadas”.

Toda esta realidad cambia con la popularización de la World Wide Web. La Web “tiene una cantidad extremadamente más grande e indeterminada de contenidos, abarca cada tópico conocido bajo el sol, usa muchos más formatos y es usada por cada audiencia imaginable” (Ibid.). Esto representa un cambio de escala tan grande que la diferencia deja de ser cuantitativa para pasar a ser cualitativa. Se trata de otra realidad que requiere de un diseño de servicios diferente (Ver Usuarios + Contenidos + Contexto). La analogía con la construcción civil puede hacerse fácilmente: en la medida en que la humanidad comenzó a dominar nuevos materiales y técnicas de construcción se definió el espacio conceptual de la ingeniería, pero también el de la Arquitectura, que debería estar a tono con las nuevas posibilidades.

Así, en una Internet donde la presencia de poderosos buscadores acercan a una múltiple gama de usuarios a nuestros contenidos y un mecanismo de gestión de la hipertextualidad tan poderoso como la Web permite enlazar no sólo nuestros contenidos entre sí, sino nuestros contenidos con los contenidos de otros y todos con aplicaciones propias y ajenas, se conforma una nueva realidad en la que los conocimientos informáticos y de tecnología, de gestión de datos y de protocolos, son necesarios pero insuficientes para el diseño de las soluciones de gestión. Por otro lado, se requiere la comprensión de las estructuras de información más allá de las conexiones de tablas de datos, las gestión de la navegación ya no es el mero diseño de menús, la funcionalidad de la información para los usuarios es más compleja por la diversidad de perfiles y por ello se requieren estrategias y conceptos de clasificación, organización y de gestión de información novedosos, fundidos en el crisol transdisciplinario de la Arquitectura de información (Ver AI: Confluencia de Ciencias y Tecnologías de la Información).

Es como dice Rosenfeld y Morville, la heterogeneidad hace mucho más duro de indexar la Web y hace más difícil la búsqueda. Poco puede asumirse acerca de los usuarios y el tipo de contenido que necesitan. Pero hay dos elementos que aún deben ser agregados al análisis de los autores que comentamos hoy: la dimensión estética como cualidad de extrema importancia en la solución, por su incidencia en la usabilidad, y la relevancia de la comunicación.

En efecto, por si fuera poco todo lo anterior, un nuevo fenómeno se sumó en la segunda década de la WWW, la marcó definitivamente y volvió a transformar la complejidad: la interactividad extrema y permanente, el rol esencial de la participación. En efecto, como hemos señalado, la Web 2.0 es cualitativamente diferente de la primera Web y esa diferencia nace en el reconocimiento de que la comunicación que se genera alrededor de los contenidos es, al menos tan importante, como los contenidos mismos.

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