Bahrain World Trade Center: El diseño de las edificaciones modernas intenta permanentemente fundir lo bello con lo práctico, funcional y ecológico (foto tomada de http://www.skyscrapercity.com) |
La semana pasada retomamos la conversación de las cinco dimensiones de la Arquitectura de Información (Estructura, Funcionalidad, Navegación, Comunidades-Seguridad e Imagen-Estética) y en particular, hicimos una introducción a la quinta de estas dimensiones: La Imagen y Estética. Queremos hoy detenernos en la consideración de por qué es un deber del Arquitecto de Información el incorporar en sus análisis y diseños consideraciones estéticas. Esperamos mostrar que más allá de lo que muchos creen, el valor de este trabajo no reside meramente en el hacer los sitios Web más bonitos. En lugar de ello veremos que la estética tiene otras funciones sobre las que descansa su importancia para el Arquitecto y el Gerente de un servicio de Información.
Todos estamos claros que la belleza incluye ingredientes subjetivos y culturales. Que lo que nos parece bello a algunos no necesariamente le parecerá bello a otros. También que por A o por B hay elementos que pueden inspirar ciertas sensaciones de belleza a colectivos mayores o menores. Pero independientemente de esos detalles, la belleza está directamente vinculada con el confort, con el sentirse bien. Esto quiere decir que, a igualdad de condiciones funcionales, nos sentimos mejor en situaciones donde apreciamos que hay belleza.
No significa esto, desde luego, que la belleza sea un sustituto de la funcionalidad. La pura belleza no resuelve las necesidades y aunque estemos en presencia de algo muy bello, podemos estar muy incómodos, si estamos en una situación completamente infuncional y algunas de nuestras necesidades no están satisfechas.
Lo anterior podría ser suficiente para motivar a los Arquitectos de Información para diseñar con consideraciones estéticas, ya que con una razonable capacidad de resolver sus problemas funcionales de manejo de información, la gente se sentirá mejor si el sitio Web le resulta atractivo. Pero decirlo así es insuficiente y subestima el resultado al que debe aspirarse cuando se trabaja en la quinta dimensión de la Arquitectura de Información, y ese es el punto al que queremos ir.
Las pantallas de los sistemas modernos son gráficas y a color. Pueden ser pequeñas o grandes según el dispositivo que se use para consultar, pueden ser de interfaz de teclado o táctil, pero lo que es cierto es que bien sea un teléfono, una tablet, una laptop, la salida de un proyector sobre una pared, o la de un dispositivo de escritorio, los contenidos se presentarán en una pantalla susceptible de ser diagramada gráficamente y de presentar el mismo contenido con colores y ubicaciones variados según una cantidad de parámetros. Y según como lo hagamos, los pasos naturales para el usuario será más visibles o menos, más claros o menos claros, autoexplicativos o difíciles de encontrar.
Visto de esta forma entendemos que lo que podrían ser meras variables estéticas: fondos, imágenes, colores, tipos de letras, tamaños relativos, inclinaciones, disposición en el espacio, etc. terminan siendo colaboradores inseparables de la comunicación con el usuario, de la utilidad percibida, de la funcionalidad y la navegabilidad de una solución, es decir, determinantes claves de la experiencia del usuario, en un sentido práctico y utilitario.
La satisfacción de nuestras audiencias ante un diseño está, por tanto, ligada al trabajo realizado en la dimensión de Imagen y estética de una manera mucho más importante, crucial y definitoria, que el simple disfrute ante lo bello, complementario a una necesidad resuelta. Por eso esta dimensión (Ver Imagen y estética: la quinta dimensión de la Arquitectura de información), y la formación que conlleva para el Arquitecto de Información, es importante, y aún tendremos que entrar en más detalles…
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