viernes, 11 de marzo de 2011

La evolución del MARC

Una parte del MARC refleja que en su origen la información
se comunicaba a través de cintas magnéticas
(Foto: Archivos de IBM)
El tema de los metadatos es uno de esos temas siempre presente en las bibliotecas, independientemente de que sean genéricas o especializadas, tradicionales, digitales, virtuales o híbridas. En nuestro “post” anterior, al abrir el tema de la evolución de los metadatos comentamos que no era casualidad el desarrollo del MARC en los años setenta. Cerramos nuestra exposición señalando que diversos acontecimientos en la historia de la automatización de bibliotecas obligaría a la evolución del MARC y nos comprometimos a extender el planteamiento en próximos “post”. Como señalamos en esa oportunidad, la evolución del MARC en particular y de los metadatos en general es importante entenderla para comprender adónde estamos yendo en las Ciencias de la Información, y, particularmente, dentro de las bibliotecas, con el desarrollo de esquemas para clasificar, catalogar y compartir información. Queremos llegar a conversar sobre los enfoques de metadatos de hoy día, pero para ello necesitamos, como línea base, comprender lo que pasó con el MARC.

¿Qué estaba colapsado en el origen del MARC?
El MARC, en su origen, abarcaba en forma colapsada dos aspectos que son conceptualmente diferentes: El primero tenía que ver con los conceptos de clasificación, el metalenguaje descriptivo, qué categorías pueden usarse para describir una determinada referencia. El segundo con el formato físico, la codificación con la que estos elementos descriptivos deberían escribirse en un registro, un determinado soporte físico que pudiera ser leído por un computador, cómo debería separarse un campo de otro, un subcampo de otro, un registro de otro.

Así como en un lenguaje natural siempre podemos distinguir los conceptos: casa, libro, silla, amarillo, grande, de las funciones gramaticales, casa y libro son sustantivos, amarillo y grande son adjetivos y las reglas sintácticas que definen cómo pueden combinarse las palabras para decir algo con sentido y todo esto es, sin embargo, independiente de los mecanismos de soporte donde expresemos nuestras frases, del papel, la cartulina, el acetato, los tipos de letras que usamos y los mecanismos de escritura, manuscrita o impresa, hay distinciones que podemos hacer en las definiciones realizadas en el MARC de los años 70.

Las definiciones más físicas del formato MARC se trataban, sin duda, de contribuciones circunstanciales, porque la manera de comunicarse con un computador, la forma de escribir archivos, igual que los distintos tipos de medios o de soportes cambian mucho más rápidamente en el tiempo que las categorías lógicas que usamos para describir y clasificar información. Por esta razón esa segunda parte del MARC, demasiado cercana a los formatos físicos, se hizo obsoleta, mientras que la primera, las categorías y sus jerarquías, los campos y subcampos, no.

Las distinciones bibliotecológicas del MARC siguen siendo válidas, lo cual no significa que no haya venido cambiando el enfoque y o los énfasis con el que se realiza el trabajo de clasificación y registro, debido a las distintas prácticas de procesamiento automatizado de información que tenemos ahora.

La dirección de los cambios
El MARC ha evolucionado en dos planos. Uno primero, de actualización de la parte que del MARC que estaba referida a los soportes para el intercambio de información. En su origen, tenía mucho que ver con el intercambio a través de las cintas magnéticas que se usaban en los 70 y 80 y que resultan completamente anacrónicas desde el punto de vista de la infraestructura para el intercambio de información que usamos hoy día.

El otro plano es de la racionalidad de la clasificación. La pregunta de qué tiene sentido y qué es posible distinguir en volúmenes de información como los que se manejan actualmente. En este plano la evolución se planteó de forma no sólo diferente sino interesante. Volveremos sobre estos cambios de dirección.

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