La automatización de las bibliotecas fue marcada inicialmente por las tecnologías de los grandes computadores, llamados mainframe, y por las de minicomputadores, hoy extintos, que coincidían con aquellos en un modo de trabajo denominado de tiempo compartido (“time sharing”, en la literatura escrita en Inglés) en la que el procesador central dedicaba pequeñas fracciones de su tiempo a atender los distintos terminales conectados. Con estas generaciones de computadores pioneros se dio en las bibliotecas un gran paso al automatizar el catálogo público. En ese entonces se usaban terminales de caracteres, sin capacidades gráficas, pero eso era suficiente para que los ficheros de papel empezaran a perder sentido ya que las personas que visitaban la biblioteca podían, en forma alternativa a su práctica anterior, consultar el catálogo en los terminales colocados para la consulta de sus usuarios. Se obtuvo como resultado una búsqueda y, sobre todo, una exploración que, en estos terminales, era más eficiente.
Luego vinieron los microcomputadores, la revolución de la Internet, la WWW y con ellas se extendieron en las bibliotecas las interfases gráficas que daban acceso a catálogos públicos y servicios mucho más versátiles y sencillos. Las llamadas tecnologías cliente / servidor se siguieron desarrollando ampliamente para los servicios de catalogación en el interior de la biblioteca, mientras que el catálogo público se extendió de un modo natural a través de la Web. Las bases de datos bibliotecarias convergieron en productos estandarizados sobre las cuales se desarrollaron una diversidad de sistemas. Los catálogos de la biblioteca llegaron a todas partes y con ellos los ficheros terminaron de perder el sentido, ya que los usuarios podían consultar a través de la Web en forma mucho más rápida, tanto dentro como fuera de la biblioteca. El catálogo Web de la biblioteca se convirtió así en un servicio ubicuo.
Después de los microcomputadores que abarataron los costos y la Web que hizo el catálogo de la biblioteca ampliamente disponible, las fichas sólo permanecieron, contra la historia, allí donde la cultura del papel privaba, inconscientemente, sobre una funcionalidad mejorada que era evidente para las nuevas generaciones.
La necesidad de cooperar y compartir intrínseca en los sistemas bibliotecarios se resolvió con el protocolo Z39.50 que se definió algunos años antes de la Web y que permitió, desde entonces, que sistemas bibliotecarios disímiles compartieran metadatos en tiempo real. Más tarde se complementó con el protocolo OAI-PMH que resolvió la tarea de la cosecha de metadatos fuera de línea con la intención de prestar nuevos servicios de valor agregado. De un modo diferente y de esta manera complementario, estos protocolos habilitaron el intercambio o el aprovisionamiento de registros bibliotecarios, el primero con un esquema más complejo y bibliotecológico, el segundo con un esquema más simple y universal. Ambos compatibles en un mismo servicio.
En el nuevo milenio sin embargo, la historia de la introducción de tecnologías en las bibliotecas comienza a transformarse con nuevas prácticas sociales. Las innovaciones provienen de varias fuentes. Una son los nuevos esquemas de participación con los cambios de orientación que la Web 2.0, sin cambiar las tecnologías subyacentes, plantea y realiza encima y al lado de las anteriores prácticas de la Web 1.0. Un fenómeno del que hemos estado hablando en varios “post” precedentes y del que emerge hoy día el paradigma de la Biblioteca 2.0. Otras fuentes de transformación si tiene un origen tecnológico, como la madurez de las redes inalámbricas y la automatización basada en RFID, que cambia el paradigma de la automatización basado en códigos de barras por uno mucho más sofisticado: la hiperautomatización de bibliotecas. Este tema lo trabajamos a profundidad en el libro “La Biblioteca Hiperautomatizada” al cual remitimos a nuestros lectores. Sobre este nuevo paradigma de Hiperautomatización de Bibliotecas, sus bases, su historia y sus líderes, nos proponemos hablar en una serie de nuevos “post”.
Fotografía: El viejo fichero de Sterling Memorial Library en la Universidad de Yale
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Yale_card_catalog.jpg
Fotografía: El viejo fichero de Sterling Memorial Library en la Universidad de Yale
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