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La escritura nos hizo trascender las restricciones del tiempo y el espacio, acercándonos a la humanidad conectada por redes sociales que somos hoy |
La semana pasada (ver ...el primer salto) revisamos como el lenguaje, en particular, no sólo es un instrumento de comunicación sino que se trata de un habilitador del desarrollo del conocimiento gracias al cual nos iniciamos en el camino que luego nos llevaría a la ciencia y a la tecnología. Pero los logros del lenguaje se quedarían cortos si no hubiésemos dado el salto de la escritura.
Si el lenguaje nos abrió el camino a la evolución, la escritura fue el primer gran potenciador de nuestra trascendencia. Nos dio el poder llegar con nuestro conocimiento a nuevas fronteras al permitirnos vencer las barreras que al desarrollo de los colectivos humanos nos imponían el tiempo y el espacio.
Con la escritura hicimos posible el registro de los hechos que marcaban nuestra existencia, potenciando la posibilidad de la reflexión y la autoconsciencia de especie. Creamos así la historia y permitimos de esta manera que nuestro conocimiento viajara más allá de la geografía física donde nos movíamos, logrando que en otros lugares nuestras experiencias y aprendizajes permanecieran vivos, incluso después de la muerte de los cuerpos físicos que albergaron la existencia de los creadores de conocimientos, los experimentadores de las emociones y los realizadores de las actividades primarias, así como las de sus inmediatos colaboradores.
La escritura fue una manera de vencer la muerte individual con la vida de una especie que desarrolla un cierto sentido de consciencia trascendente de si misma. El conocimiento se convirtió con ella en un fenómeno acumulativo más allá de la trasmisión directa entre individuos.
Es por ello que no podemos desprender de la evolución de la especia la noción de la escritura. Otras especies biológicas viven en colectivos que requieren de la comunicación de acontecimientos del entorno entre unos y otros, pero no hay nada como la escritura para superar las restricciones intrínsecas a la comunicación inmediata, a la geografía que limita donde nos movemos en el curso de nuestra existencia individual y al calendario en el que circunscribimos nuestra vida como personas y como comunidad.
Sin la escritura seríamos comunidades aisladas, de poca interacción y poca consciencia colectiva.
La noción de humanidad que hoy tenemos no sería por tanto posible.
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