La primera cosa que debemos darnos cuenta es lo fuerte de la tendencia. Hoy día hay mucha diferencia entre un teléfono celular inteligente y uno que no lo es y aún hay muchas personas que no tienen teléfonos inteligentes: la época que vivimos es de transición. Pero más temprano que tarde las cosas van a ser diferentes y los teléfonos celulares no se van a distinguir por ser o no inteligentes. Será difícil encontrar uno activo que no lo sea. La inteligencia en ellos será un lugar común, no una excepción. En la práctica social de todo el planeta se va a dar por hecho este cambio. ¿Qué implicaciones hay con ello?
El teléfono se convertirá en el mecanismo de identificación personal y el vehículo de información y relacionamiento social natural para casi cualquier actividad que vamos a realizar. Hoy lo vemos como un instrumento para conversar en forma oral o escrita. En seguida descubrimos que las conversaciones son cada vez más visuales y paralelas. Este es un gran cambio que muchos no han apreciado: gran parte de lo que circula por la Internet hoy día son fotografías y videos. Esto no significa otra cosa que una manera más visual de interactuar y de comunicar mensajes. Antes las conversaciones eran esencialmente actividades orales, textuales y síncronas (con ambas partes coincidiendo en la comunicación). El teléfono celolar sólo aportó movilidad inicialmente. Pero ahora el intercambio es diferente, en gran medida visual y asíncrono. Esta tendencia no se detendrá sino que se complementara con otros tipos de interacciones.
Lo interesante está aún por generalizarse: veremos normal el uso del teléfono para lo superficial o para lo profundo, para jugar o para trabajar, para comprar comida elaborada o los ingredientes para prepararlas, para enterarse de las noticias y para producirlas, para reparar algo o conseguir a quien lo repare, para hacer turismo o para desenvolverse en la ciudad donde vivimos, para pagar el bus o el taxi, para sentirnos seguros, para contactar a los amigos y familiares o para interactuar con quienes no conocemos, sera cotidianamente un sustituto del efectivo y la tarjeta de crédito, de los documentos de identificación y los comprobantes transaccionales, se usará para pagar o para endeudarse, para comprar o para vender, para satisfacer nuestras curiosidades del momento o seguir formándonos en los que nos ha interesa permanentemente, para usar el televisor común, el computador individual o el horno de la cocina, encender las luces y regular la temperatura.
Los nuevos seres humanos de la generación del teléfono móvil inteligente no se imaginarán que hubo una vez un tiempo, no muy lejano, donde la práctica social era radicalmente diferente como ahora muchos no recuerda que no siempre hubo Google y Youtube.
Ver el teléfono inteligente simplemente como un elemento más de la vida moderna, como un nuevo carro eléctrico o un nuevo diseño de ropa y no como un cambio radical en el modo de ser de la humanidad es, simplemente, un acto de inconsciencia, un comportamiento como el que ilustramos recientemente con la metáfora del vecino de Gutenberg.