viernes, 13 de agosto de 2010

Hiperpréstamo, un servicio sin teclado


Cada vez más las bibliotecas están prescindiendo de los teclados en los sitios donde estos no aportan valor, para dejarlos sólo allí donde son un dispositivo de útil. Es el caso del servicio de préstamos de la biblioteca que, bajo el paradigma de hiperautomatización, se convierte en el interesante y novedoso servicio de hiperpréstamos, especialmente apreciado por los usuarios en todos los sitios donde se implanta. ¿Por qué hablamos de hiperpréstamos y no, simplemente, de préstamos, como en el servicio tradicional? Este es el tema de que abordamos en este “post”.

El servicio de hiperpréstamos es diferente porque en él se generan interacciones con el usuario y con el bibliotecario que están basadas en nuevas capacidades de comunicación que antes, simplemente, no ocurrían en el servicio de préstamos tradicional. Es por ello que el nuevo servicio amerita una distinción conceptual.

¿Qué ocurre en una biblioteca hiperautomatizada cuando un usuario que tiene un libro reservado llegó a la institución con la intención de concretar su préstamo?

Ocurre que ve su nombre en una pantalla confirmando que su solicitud está en el mostrador de préstamos que se le indicó por correo electrónico. Puede ocurrir también que no ve su nombre, pero en el mensaje que se le envió, y que él tiene en su teléfono celular, aparece el mostrador al que tiene que dirigirse. Puede ocurrir alternativamente que el usuario, que no carga consigo el mensaje que recibió por correo electrónico, coloca su carnet RFID en un sitio que hace que un lector adecuado lo lea y le informe el mostrador al que tiene que dirigirse. De cualquier forma, independientemente de la vía por la que obtuvo la información del mostrador, el usuario de una biblioteca hiperautomatizada que hizo una reservación sabe a qué mostrador debe directamente ir.

Se dirige allí, no hay colas, por lo que simplemente se identifica con su carnet y ve como el funcionario de la biblioteca le entrega su libro (o sus libros) mientras, casi mágicamente, aparecen en la pantalla sus datos, incluyendo su foto y la información descriptiva del libro o los libros solicitados. En la próxima renovación de la pantalla del mostrador de préstamos desaparecerá su nombre, confirmando que el préstamo fue realizado. Pero, de manera interesante, en ningún momento la transacción requirió el uso de teclado...

¿Cómo es que el sistema bibliotecario se entera que el libro o los libros fueron prestados si el personal de la biblioteca no hizo, aparentemente, una actividad de registro en un teclado de un computador?

La respuesta es sencilla. El entregar el libro fue el registro. Es registro fue automático e inalámbrico. El funcionario lo hizo en el escritorio de préstamos, en el movimiento de acercar los libros a las manos del usuario, sin oprimir tecla alguna. En efecto, en el mostrador de préstamos de una biblioteca hiperautomatizada hay un lector de RFID que identificó el libro y todo lo demás ya estaba hecho, el ejemplar estaba asignado al usuario, el usuario había sido identificado por el lector RFID que leyó su carnet, el sistema sabía que el libro había sido sacado de la estantería y llevado al mostrado de préstamos gracias a un dispositivo RFID que tenía el bibliotecario que sacó el libro de la estantería y por ello, el sistema sabía que al entregarle al usuario los libros en el mostrador correspondiente, se concretaría el último paso faltante en el hiperpréstamo.

Es por esta razón que cuando el lector de RFID en el mostrador de préstamos detectó que se estaba realizando la entrega, el sistema bibliotecario registró el préstamo conforme a los parámetros del reglamento vigente en la biblioteca, cargados como configuración del servicio, sin que se requiriera de ningún teclado. Realmente interesante, pero aún hay más detalles relevantes en el concepto de hiperpréstamo que desarrollaremos en el siguiente “post” (Alternativamente los interesados pueden consultar también el libro de “La biblioteca hiperautomatizada”).

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