viernes, 4 de junio de 2010

Los principios de la Web 2.0


Cuando se habla de principio se puede hablar con varios significados (ver diccionario RAE). Uno de estos significados tiene que ver con el eje de tiempo, el principio es lo que primero acontece. En oportunidades anteriores nos hemos referido a los principios de la Web 2.0 en este sentido, mencionando lo que aconteció en los primeros años de la década del 2000-y que transformó la historia de la Web (con implicaciones para la humanidad) (ver Las primeras estrellas de la Web 2.0) y lo que aconteció en segunda parte de la década de los 2000 y que terminó de ratificar el acierto de las iniciativas anteriores y darle forma conceptual a la Web 2.0 (ver Más estrellas de la Web 2.0).

En esta oportunidad queremos referirnos a los principios de la Web 2.0 en un sentido más conceptual, prescindiendo del eje de tiempo. En efecto, un principio es también la base o razón fundamental sobre la que se procede a inventar, reflexionar, pensar o hablar acerca de algo. Pues bien, si es claro que hubo iniciativas que en la década de los 2000 iniciaron las bases de lo que hoy conversamos como Web 2.0, ¿cuáles son los fundamentos de este movimiento, si, cómo ya hemos dicho, no fue un cambio tecnológico?

La respuesta se planteó ya en la primera conferencia de la Web 2.0 que se hizo en San Francisco en el 2004 donde, en efecto, en mitad de los acontecimientos, todavía sin que YouTube o Twitter existieran, se expresó claramente que la Web 2.0 se trataba sin duda de un avance, pero no de un avance tecnológico, sino de un cambio en la concepción y la orientación de los servicios que se prestaban. Es decir, más que una actualización de la Web a nuevas especificaciones técnicas se trataba de un conjunto de cambios en la manera en que se desarrolla la ingeniería y el uso de la Web. La esencia del nuevo diseño se basaba en una arquitectura creada para promover la participación de los usuarios en la creación del valor y de los contenidos.

Los principios de las aplicaciones Web 2.0 son, en esencia, los siguientes:

  • La web es la plataforma.
  • La información y la comunicación es lo que mueve al Internet.
  • Los efectos más importantes de la red se crean por la participación de los usuarios. Los contenidos y el valor surgen de esta participación.
  • Los servicios están en un punto beta perpetuo. Nada está completamente terminado.
Con estos principios se crean aplicaciones que tienden a orientarse y desarrollarse en forma diferente. Gran parte de las aplicaciones que hoy son las más apreciadas en Internet están basados en ellos.

Si un servicio Web 1.0 se plantea el cómo llenar de contenidos interesantes un sitio Web, en un servicio Web 2.0 se diseña el cómo motivar la participación de la gente para que ésta coloque contenidos que puedan interesar a otras personas y motivarlas a subir, a su vez, nuevos contenidos, generando un espiral que, a partir de un punto, ya no se detiene.

Estas ideas, que pueden decirse en forma tan sencilla y resumida, estaban llamadas a cambiar la historia. Con ella la Web de los años noventa pasa de ser una red de unas pocas centenas de miles de sitios, en la que era fácil publicar y leer contenidos y en la que participaban decenas de millones de usuarios a una red cien veces mayor, donde hay millones de sitios y en la que miles de millones de usuarios participan, crean contenidos y desarrollan o habilitan la inteligencia colectiva. Una historia totalmente diferente, que cambiará el curso de la evolución de la humanidad en general y que, como hemos mencionado, tendrá implicaciones para muchas instituciones, las bibliotecas en particular. Un tema muy interesante sobre el que, sin duda, hay que volver.

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