viernes, 29 de abril de 2011

La evolución de los catálogos colectivos

La Biblioteca del Congreso de los EEUU es el lugar donde reside
la agencia de mantenimiento del protocolo Z39.50, un protocolo que
permite compartir los catálogos de muchas bibliotecas en todo el mundo

Desde hace muchos años las bibliotecas se han integrado en sistemas bibliotecarios que las agrupan institucionalmente, geográficamente o temáticamente. Esta integración puso siempre sobre el tapete el problema de cómo construir servicios que operen en línea con la información de múltiples catálogos. O algo más básico aún, cómo formar un catálogo integrado y consistente con la información procedente de múltiples catálogos. También algo más sofisticado: el sueño dorado de cómo una biblioteca podía acceder en línea al catálogo de otra, obtener la información que buscaba y combinarla en línea con su propio catálogo o con las respuestas de varias bibliotecas, un trabajo clave para el desarrollo de Bibliotecas Virtuales y Bibliotecas híbridas. Las respuestas han sido varias y también aquí ha habido una evolución que vale la pena entender.

Del software a los metadatos y de los metadatos a los protocolos
Varias veces, en algunos sistemas bibliotecarios, asociaciones o redes de de bibliotecas se planteó la idea de avanzar a través de la estandarización de los sistemas de software. Pero pronto se vio que por allí no estaba la solución. Tampoco funcionó la idea de crear plataformas de sistemas bibliotecarios gratuitos. La idea de interconectar bibliotecas mediante la unificación del software bibliotecario mostró ser inviable.

La solución debía venir desde un esperanto bibliotecario, el formato MARC, del cual hablamos anteriormente. El MARC era lo suficientemente estricto y universal como para convertirse en una forma de descripción compartida por las bibliotecas. El problema se convirtió entonces en cómo unificar catálogos escritos en MARC, cómo cada biblioteca podía verter su catálogo al MARC y cómo podía entender en línea el catálogo MARC procedente de otra biblioteca o, por lo menos, incorporar fuera de línea registros de metadatos procedentes de otras bibliotecas.

Es decir, se comprendió que no se trataba de unificar el software, sino la manera de compartir y esto es lo que definen los protocolos.

Z39.50
Aún antes de la WWW ya se había diseñado, en 1988, con bastante solidez y flexibilidad, si bien con una cierta complejidad, un esquema para facilitar a las bibliotecas compartir información en tiempo real, a través de Internet, conectando los catálogos de diferentes bibliotecas, aún pensando que éstas podían tener sistemas bibliotecarios diferentes. La solución fue el protocolo Z39.50. Este fue un importante paso hacia adelante, fue adoptado por las bibliotecas grandes y por los mejores proveedores de sistemas, si bien pronto se vio que no se resolvían con él todos los problemas ligados a los catálogos colectivos, que no era una autopista dorada hacia el sueño de una biblioteca universal, que habían limitaciones importantes que tenían que resolverse en forma pragmática, sin que eso significara abandonar el Z39.50.

El Z39.50 abrió sin duda un camino. Su versión 2 fue publicada en 1992 y su versión 3 en 1995. Su legado permanece hasta la fecha, brinda una serie de facilidades al usuario que aún son vistas como una solución ideal, pero en general, se considera que, como protocolo, es demasiado complejo para su implementación en muchos sistemas bibliotecarios.

De esta forma, unos años más tarde de que su uso se extendiera en forma significativa, se hizo evidente que era interesante también poder compartir metadatos en un esquema más sencillo e integrador, que aunque careciese de la capacidad de tiempo real y de todas las virtudes bibliotecarias del Z39.50 fuese más sencillo de implementar. Este fue el espacio sobre el que se desarrolló el protocolo OAI-PMH a partir del 2001, un tema sobre el que hablaremos luego.

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